jueves, 27 de septiembre de 2007

Acinonyx



El nombre científico del guepardo es Acinonyx Jubatos, dicho animal es el estandarte que levanta este local que está en Manuel Montt a pasos de 11 de Septiembre. Con colores naranjos, sillones, mesas individuales y música de CD, me senté en la barra para ver la jungla desde otro punto de vista.

Una carta plastificada (por lo menos anillaron el menú), y una cubana extremadamente simpática fueron la carta de presentación. La barra tiene algunos descuidos como dejar las bebidas en el suelo y romper las bolsas del hielo contra la misma superficie a plena vista de los clientes. Una pantalla plana enorme que da la oportunidad de ver cualquier cosa que estén dando en el cable, ocupa el espacio centrado del frente de bar, del cual se despliegan repisas con distintas botellas, copas de cerveza y adornos que juntan y despegan en un columpio de intentos por exhibir la complejidad de la carta de tragos.

Dicha carta de tragos (más allá de su descomposición física), encierra la complejidad de la simpleza, con productos de barra internacional y una preocupación por esos detalles que hacen que las mismas elaboraciones que pueden probar en cualquier parte, sólo existan ahí.



Un Cosmopolitan y un John Collins fueron los invitados de esta noche, donde, a pesar de las preferencias de los chilenos (muy pero muy dulce), el primero apareció a lo americano (sin azúcar), con algunas sorpresas; arándanos preparandos desde la pulpa, lo cual dió un tono violáceo oscuro pero no tubio a una copa poco elegante de martini que, sin adorno alguno, carecía de triple sec en su receta.

John Collins participó muy simpático, pero un poco suave en su presencia, lo cual no desagradó a ninguno de los comensales. Un poco sencillo para su presentación, sólo una bombilla defendía la bandera de los adornos.

Para acompañar, un plato de "alitas de pollo bufalo", receta que fue agredida brutalmente por nuestro guepardo insigne hasta sacarle completamente la salsa bufalo a las alitas, las que llegaron apanadas, a buena temperatura y sólo acompañadas con un pocillo de salsa agria con merquén y ciboulette. No fue lo que pensamos haber pedido, pero tampoco en ningún momento nos desagradó el sabor de esta nueva propuesta.

Un local que se viste de tigre y se mueve como gato, que posee un desarrollo en su carta que invita a repetir la visita, y que en palabras de la barwoman (s) de turno, "si le gusta al cliente, entonces está bien".

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